EL ENVEJECIMIENTO Y LA SOLEDAD NO DESEADA
Introducción
Se entiende por envejecimiento “el aumento de la proporción de personas de edad avanzada con respecto al total de individuos (personas mayores de 65 años/total población) el cual conlleva inevitablemente en muchos casos a sufrir soledad.
La soledad no deseada es una cuestión cada vez más preocupante en nuestras sociedades debido principalmente a sus efectos sobre la salud, es un concepto complejo, difícil de expresar y que forma parte del mundo subjetivo de cada individuo, lo que convierte en todo un reto su análisis y su abordaje, ya que cuando hablamos de soledad no nos referimos sólo al hecho de estar o vivir sola o solo, sino a las connotaciones negativas que éste hecho acarrea, como el aislamiento o la sensación de abandono, es decir, cuando hablamos de soledad, hablamos de sentimientos, del sentirnos solas o solos. Pero también podemos hablar de soledad querida y deseada, por lo que es necesario puntualizar que este estudio pone el foco en aquella soledad no querida, no deseada.
Hoy día se estima que en nuestro país un 13,4% de las personas sufren SND.
La soledad no deseada es un concepto multidimensional, tal y como lo definimos más adelante, que afecta a la experiencia subjetiva del individuo, pudiendo afectar incluso a aquellas personas que no se encuentran solas, pues se trata de un sentimiento o sensación, teniendo mayor prevalencia en personas en situación de vulnerabilidad. Es una experiencia y situación individual porque cada persona vive y experimenta a su manera, y subjetiva porque solo quien la sufre podrá expresarla, ya que no siempre es visible desde fuera.
Se puede afirmar que la soledad es un problema prevalente y serio, el cual irá en aumento durante las siguientes décadas provocando con ello un coste personal, social y sanitario de primer orden.
2. Contextualización del problema
La soledad no deseada se trata de un problema silente de nuevo orden que afecta cada vez a más personas en España, Europa y el mundo; supone una fuente de sufrimiento para quien la padece y una
La soledad no deseada provoca consecuencias negativas para la salud y el bienestar emocional; lleva asociada ciertos costes sociales y económicos.
Consecuencias directas de la SND: el deficiente estado anímico; la insatisfacción sobre las necesidades vitales; la limitada relación con el entorno; la falta de acceso a los bienes y servicios; la inseguridad individual; y la peor calidad de vida (real y percibida), esto se traduce en un deterioro de la salud física y mental, lo que aumenta la prevalencia de la depresión y otras patologías.
A nivel social, el coste de la soledad no deseada deriva en un incremento de la asistencia en el sistema sanitario y del consumo de fármacos así como en una pérdida de la productividad.
Los factores de riesgo que definen el perfil de una persona que puede sufrir soledad no deseada son:
1. Edad: con la edad aumenta la expresión de soledad auto percibida
2. Género: la soledad afecta diferente, las mujeres son más propensas a verbalizar su soledad. Algunos estudios indican que los hombres tienen menos herramientas para enfrentar la descohabitación, mientras que otros destacan el impacto de la emancipación de los hijos y la pérdida de roles de cuidado en las mujeres.
3. Estado civil y convivencia/núcleo familiar: vivir solo/a, ser viudo/a, separado/a o divorciado/a, especialmente en la noche, aumentan la sensación de soledad.
4. Hogar: vivir solo/a, en barrios poco comunicados, con barreras de acceso, se asocia con la falta de relaciones sociales y apoyo, lo que contribuye al aislamiento.
5. Geografía: áreas rurales implican mayor soledad. Pero a veces, en según qué regiones, sucede lo contrario.
6. Salud: movilidad reducida, salud frágil, problemas cognitivos
7. Ingresos: bajos
8. Idioma y grupo étnico
9. Orientación sexual: en su estudio, definen que las personas del colectivo LGTBi tienen un mayor riesgo
10. Cambios en la estructura familiar: La viudedad o la emancipación de los hijos pueden llevar a la formación de hogares unipersonales, lo que aumenta la soledad y los problemas de autonomía e independencia.
11. Nivel socioeconómico: Un bajo estatus económico y residir en zonas con escaso capital social están vinculados a una mayor prevalencia de la soledad, lo que sugiere la necesidad de intervenciones específicas.
Esta realidad genera un incremento de los cuidados de larga duración y del número de solicitudes a través de la Ley de Dependencia, provocando un coste económico difícil de soportar (a largo plazo) por el Estado de bienestar. También causa la necesidad de ofrecer nuevas respuestas socio-sanitarias conciliadoras sobre tal disposición, donde el peso del cuidado deje de recaer sobre la familia y donde el tercer sector (entidades privadas, sin ánimo de lucro y voluntariado) estará obligado a ganar protagonismo.
Todos somos susceptibles de sufrir soledad no deseada y esta nos debería incumbir a todos porque la esperanza de vida aumenta cada vez más, alargando nuestros años de vejez y se ha demostrado que las personas mayores son más vulnerables porque es en la vejez cuando se sufren más cambios importantes (viudedad, pérdida de amigos, nido vacío…). El sentimiento de soledad entre las personas mayores es, pues, uno de los grandes problemas y retos a los que se enfrenta nuestra sociedad, ya que va íntimamente relacionado con la salud (emocional, mental y física) y la inclusión social.
3. Datos cuantitativos
Para este apartado nos hemos centrado en el Informe general de soledad no deseada en mayores, éste ha usado la escala UCLA consta de tres dimensiones:
1) percepción subjetiva de la soledad
2) apoyo familiar
3) apoyo social
Así como de dos factores: a) la intimidad con otros y b) la sociabilidad.
Hemos establecido distintos puntos de corte para la escala UCLA en función de la suma de los resultados: <20 puntos: no soledad 21-30 puntos: soledad moderada 31-40 puntos: soledad severa
Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) para el año 2018, más del 20% de la población mayor de 65 años de cada una de las cuatro CCAA de estudio, vive sola
Si profundizamos en los datos desde la perspectiva de género, vemos que el porcentaje de mujeres que viven solas duplica al de hombres, en todos los casos. Por lo que ya de entrada intuimos que la soledad es una cuestión de género. Aunque, cabe hacer hincapié en que no siempre el vivir en soledad implica necesariamente sentir soledad no deseada.
Perfil de la persona encuestada
Edad de las personas encuestadas: La mayor parte de las personas de la muestra tienen entre 75 y 89 años, siendo la media de edad los 81 años. La edad de la que partíamos son los 65 años, pero encontramos que la edad más elevada presente entre los encuestados son los 96 años.
Estado civil de las personas encuestadas: Más de la mitad de las personas encuestadas son viudas (65,54%). A estas les siguen las personas solteras (18,46%).
Núcleo de convivencia y responsabilidades de las personas encuestadas: El núcleo de convivencia, así como el tener personas a cargo, parecen ser un determinante del grado de soledad no deseada. Concluimos que prácticamente la totalidad de las personas encuestadas vive sola (un 91,38%) y no tiene personas a cargo (93,54%).
Nivel de estudios de las personas encuestadas: Un 39,08% no tiene estudios, seguido del 31,69% que solo tiene estudios primarios. La tendencia general es hacia un nivel bajo de estudios.
Niveles de soledad no deseada
El siguiente cuadro muestra que el 34,15% del total de personas encuestadas (suma de nivel de soledad moderado y severo), se identificó con un sentimiento de soledad a través de los resultados de la escala UCLA.
En base al género y soledad, el 78,38% son mujeres mientras que el 21,62% restante son hombres.
Respecto al nivel de formación el 47% no tiene estudios y el 34% tiene estudios primarios. En este caso encontramos que sí que existe una correlación entre el nivel de estudios y la soledad. A menor nivel de estudios, mayor soledad
Finalmente, el estudio muestra que el 39% de las personas que se sienten solas consumen ansiolíticos de forma habitual. Se destaca una desigualdad de género en el consumo de psicofármacos, ya que el 85% de estos medicamentos son administrados a mujeres, a pesar de que la prevalencia de ansiedad y depresión en ellas solo es un 50% mayor que en los hombres.
Se clasifican los psicofármacos en cinco categorías principales:
Ansiolíticos : Incluyen barbitúricos y benzodiacepinas (Diazepam, Lorazepam, Alprazolam), usados para tratar la ansiedad y relajar los músculos.
Antidepresivos : Mayormente ISRS como sertralina, fluoxetina y citalopram, empleados para la depresión y la ansiedad.
Combinados : Uso simultáneo de ansiolíticos y antidepresivos, lo que puede indicar polimedicación.
Neurolépticos : Antipsicóticos (risperidona, olanzapina, quetiapina, aripiprazol), utilizados en esquizofrenia y ansiedad en dosis bajas.
Otros : Incluye fármacos sin prescripción médica y complementos naturales para mejorar el ánimo o el sueño.
Como bien hemos leído en dicho artículo la soledad no deseada en las personas mayores está aumentando, en nuestro territorio, ya que España se considera que posee una población envejecida.
Se ha observado que hay una relación entre la soledad no deseada con el estrés y la ansiedad, provocando en las persianas mayores como el sueño no reparador, el aumento de cortisol. De esta misma forma, observamos como también influye negativamente en la calidad de vida
Creo que, cómo dice dicho artículo, una buena manera para poder paliar de mejor manera dicha soledad es por medio del ejercicio físico, y aumentando los problemas psicológicos como el estrés y la ansiedad.. Ya que, con el paso del tiempo tanto articulaciones como huesos se vuelven más frágiles y la salud mental puede pasar factura.
Una buena manera, para intentar paliar es la propuesta en el texto, por medio del ejercicio físico, buen instrumento para que cada vez la población envejecida se encuentre más acompañada,
La soledad no deseada es una cuestión de política pública: social, sanitaria, comunitaria… Además, es el entorno local con el soporte de organizaciones (ONG), voluntarios y vecinos el que tiene que crear comunidades amigables con las personas mayores, lo que reduciría el coste de las intervenciones futuras (saturación de servicios públicos) para paliar los efectos derivados de la soledad. Se trata de invertir en prevención, ahora que ya tenemos el diagnóstico hecho. Por lo que hay que contar con el apoyo social informal (familia, amigos) pero también con el formal (cuidado privado, Servicios Sociales, teleasistencia, Servicio de Atención Domiciliaria…).
5. Bibliografía
Soledad no deseada, desempleo y vulnerabilidad. carabanchel se mueve, una intervención en red y comunitaria https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=8974390.
La soledad no deseada en España: un problema para la gestión de la Salud Pública y los cuidados familiares: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=9576018
Informe general https://abd.ong/wp-content/uploads/2021/06/0.-Informe_general_IMP.pdf
lidiar con la soledada través del ejercicio físico en grupo para un envejecimiento saludable. plan de cuidados estandárizados https://revistasanitariadeinvestigacion.com/lidiar-con-la-soledad-a-traves-del-ejercicio-fisico-en-grupo-para-un-envejecimiento-saludable-plan-de-cuidados-estandarizado/
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